Nada más llegar al Iberik Augas Santas, el mismo hall del edificio nos pareció de lo más elegante y nos sorprendió la amplitud de las instalaciones.
La segunda planta, en la que teníamos nuestra habitación, además de tener pasillos larguísimos, tenía un montón de rincones abuhardillados que, tal y como comprobaríamos a la mañana siguiente, proporcionan un montón de luz a todo el espacio.
El Balneario Augas Santas nos pareció un lugar muy distinguido y perfecto para desconexión (hasta el punto que se agradece que el recinto sea tan grande para que nos falle la wifi y poder desconectar de la vida real).
Para nosotros el Iberik Augas Santas, es sin duda , un pequeño oasis perdido entre la ciudad de Ourense y de Monforte de Lemos.